
En un pequeño servidor de Discord, un grupo de jóvenes se unió con la intención de organizar la primera marcha mexicana de la Generación Z, un evento que prometía ser un espacio de expresión y reivindicación para esta nueva ola de activismo juvenil. Lo que comenzó como una iniciativa orgánica destinada a abordar temas importantes para la juventud, como el cambio climático, la igualdad de género y los derechos humanos, poco a poco se transformó en un escenario donde agendas partidistas comenzaron a prevalecer.
Para entender cómo ocurrió esta transformación, hablamos con el administrador del servidor ‘Generación Z oficial’, quien nos ofreció una vista privilegiada sobre los desafíos y la evolución de este proceso. Según él, al principio la comunidad disfrutaba de un ambiente de colaboración y creatividad, donde los participantes podían expresar sus ideas libremente y discutir formas innovadoras de hacer escuchar su voz.
Sin embargo, a medida que la fecha de la marcha se acercaba, comenzaron a aparecer representantes de distintos partidos políticos interesados en apoyar el evento. Si bien la idea de contar con recursos y visibilidad era atractiva, muchos en el grupo empezaron a sentir que la marcha estaba siendo cooptada. Las discusiones iniciales se convirtieron en negociaciones, y las ideas de los jóvenes se fueron diluyendo en un mar de intereses políticos.
El administrador explicó que varios miembros del grupo estaban emocionados por la posibilidad de alcanzar un mayor público, pero otros preocupados por la pérdida de autenticidad del movimiento. A medida que se formalizaban las alianzas, la esencia de la marcha —su capacidad para ser una plataforma genuina para la voz de la Gen Z— empezó a desvanecerse.
A pesar de las tensiones, el evento culminó con una gran participación, pero muchos jóvenes sintieron que no era la marcha que habían imaginado. Reflexionando sobre lo ocurrido, el administrador nos comparte que este fenómeno resalta un dilema persistente en el activismo contemporáneo: la lucha entre mantener la autonomía del movimiento y aprovechar los recursos que pueden ofrecer las estructuras políticas.
Esta experiencia ha dejado lecciones valiosas para futuros proyectos y para la Generación Z en su conjunto. Aunque la marcha fue un reflejo de la lucha colectiva, también sirvió como recordatorio de la importancia de mantener la integridad de sus ideales y de las propuestas que anidan en el espíritu de esta nueva generación. Los jóvenes de hoy tienen el poder de cambiar el mundo, pero deben encontrar un camino que no se vea desvirtuado por las maquinarias políticas que buscan aprovechar su energía y creatividad. En la construcción de esta nueva realidad, su voz debe ser lo más importante.
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