A veces la vida nos presenta situaciones que simplemente no podemos ignorar. Te cuento que la otra tarde, mientras daba un paseo por el parque, el aroma de unas deliciosas palomitas recién hechas me atrapó. Era como si tuviera un imán en la nariz que me guiaba directamente hacia el carrito.
Ya sabes, esas palomitas que llegan a ser tanto un capricho como una experiencia culinaria. Así que, lo confieso: no pude resistir. Compré un grande y, mientras las disfrutaba, recordé todas las veces que he sucumbido a esos pequeños placeres. Desde el chocolate a la menta hasta una bolsa de galletas que grita ‘cómeme’.
El caso es que a veces la vida necesita de pequeñas indulgencias. Al final, esas decisiones que parecen triviales pueden ser las que traen un poco de felicidad a nuestro día a día. Creo que en un mundo tan ocupado, es esencial hacer una pausa y dejarse llevar de vez en cuando. Así que la próxima vez que te enfrentes a algo irresistible, ¡dale rienda suelta! A veces, esa pequeña rendición es justo lo que necesitamos para recargar energías y seguir adelante.
I couldn’t resist…
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