
Con casi el 60% de los votos sufragados a favor de Claudia Sheinbaum en las elecciones pasadas, era claro que los mexicanos deseaban una mujer presidenta. Pero, ¿realmente estamos listos para ello? La respuesta no es tan sencilla. Si bien es evidente que los tiempos están cambiando, los poderes fácticos en México aún arrastran un trasfondo bastante machista.
A pesar de que hemos visto un avance en las políticas de género que han permitido a muchas mujeres ocupar roles importantes en la administración y en candidaturas electorales, sigue existiendo un mundo donde el poder verdadero se concentra en manos masculinas. Bancos, empresas, instituciones militares, e incluso la religión, parecen seguir siendo el terreno exclusivo de hombres con opiniones rígidas basadas en culturas patriarcales. En este panorama, las mujeres que alcanzan posiciones destacadas a menudo son vistas como una mera ornamentación o, peor aún, como una extensión del poder de un hombre.
Aún así, la elección de Sheinbaum es un rayo de esperanza y un símbolo de que las cosas pueden cambiar. Hay que seguir luchando para que estas mujeres no solo ocupen espacios, sino que tengan una voz fuerte y clara. La política mexicana necesita ser más inclusiva, y esta es solo una de las muchas batallas que debemos enfrentar.
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