Desde la tarde del viernes, Alberto Núñez Feijóo y los barones autonómicos del PP se han encerrado en un palacete de Murcia. ¿El motivo? Trabajar en la coordinación de una estrategia común de cara al nuevo curso político. Este tipo de encuentros son más comunes de lo que podrías pensar, pero la tensión y las expectativas siempre están en el aire, sobre todo cuando se trata de temas tan sensibles como la inmigración.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, fue la última en llegar. Tomó el AVE de la 10 de la mañana y apareció en la estación murciana a las 12.45. Ya sabemos cómo es ella: siempre dispuesta a ser el centro de atención y, sobre todo, a dar la campanada con discursos bien preparados. Se había sumado más tarde al encuentro debido a la “ronda de portavoces parlamentarios de la Asamblea”, según su equipo. Pero no se inmutó; llegó lista para abordar el tema del día, el que más le interesaba: inmigración.

Los planes del PP en este ámbito están levantando muchos comentarios y, como no podía ser de otra manera, generan un ambiente de debate caliente. Al fin y al cabo, se trata de captar a un electorado que se siente cada vez más cómodo con la retórica dura de la competencia. A medida que los líderes del PP discuten sobre cómo ajustarse y adaptarse a la situación actual, todos los ojos están puestos en cómo se perfilarán las decisiones finales.

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