La situación de los migrantes en Estados Unidos ha tomado un giro trágico, y es que esta mañana la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó la muerte de uno de los connacionales heridos en un ataque a un centro de detención de migrantes en Dallas, Texas. Este suceso ha encendido nuevamente el debate sobre la seguridad y el tratamiento de los migrantes en el país vecino.

El ataque sucedió el pasado 24 de septiembre, cuando un francotirador abrió fuego desde una azotea cercana al centro del ICE. Inicialmente, se reportó que un migrante salvadoreño había fallecido y otros dos resultaron heridos, entre ellos el mexicano, que tristemente ha perdido la vida.

Sheinbaum mencionó en su rueda de prensa que se están haciendo esfuerzos para que la madre del fallecido pueda estar presente y que se brinda apoyo económico y moral a la familia. “Se hicieron todos los trámites para que su madre pudiera estar allá”, afirmó la presidenta.

El difunto, identificado como Miguel Ángel García Hernández, tenía 32 años y era parte de la comunidad migrante, con una familia que lo extrañará profundamente. Su esposa, Stephany Gauffeny, lo recordó como un buen hombre y un proveedor cariñoso para su familia.

Además, Sheinbaum destacó que su gobierno ha presentado una carta diplomática pidiendo que se realice una investigación exhaustiva sobre el ataque. El tirador, identificado como Joshua Jahn, se suicidó en el lugar, lo que añade un contexto sombrío a esta situación ya de por sí trágica.

La realidad es que el objetivo de Jahn era “aterrorizar” a los agentes de ICE, quienes han sido objeto de fuertes críticas por sus prácticas enérgicas y en ocasiones violentas en contra de migrantes indocumentados. Según el Departamento de Seguridad Nacional, los ataques hacia ICE han aumentado un impresionante 1,000% desde que se implementaron las redadas bajo la administración de Trump.

Este episodio no solo resalta la vulnerabilidad de los migrantes, sino también la creciente tensión en torno a las políticas de inmigración en Estados Unidos. Es un recordatorio de que detrás de cada cifra hay historias y vidas que merecen ser escuchadas.

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