La Pasión Italiana en la Ciudad de México: Piazza Pasticcio brilla en medio de la autenticidad

En el paisaje gastronómico de la Ciudad de México y sus alrededores, el gusto por la cocina italiana ha dejado de ser un capricho: es una pasión consolidada. Desde las pizzas de masa delgada hasta las pastas “al dente”, los mexicanos han adoptado y adaptado platillos y tradiciones con entusiasmo y exigencia.

La proliferación de trattorias, osterías y restaurantes italianos de calidad en los últimos años lo confirma: muchas de esas aperturas buscan ir más allá de la fórmula cómoda de “pastas + pizzas” para explorar ingredientes de origen, productos artesanales y propuestas que reivindiquen autenticidad.

Ese contexto competitivo ha hecho que los comensales demanden más —menos clichés, más carácter—, y que los nuevos espacios apuesten por trazabilidad, relaciones con productores locales e identidades propias. En paralelo, la Cámara de Comercio Italiana en México ha otorgado en 2025 la distinción Ospitalità Italiana a 24 restaurantes, pizzerías y gelaterías, como reconocimiento oficial de una experiencia culinaria que respeta estándares italianos auténticos.

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Bajo ese telón de fondo, emerge una propuesta que combina ese anhelo de autenticidad con creatividad técnica y visión de producto: Piazza Pasticcio, en la colonia Juárez, CDMX.

Técnica, emoción y producto como hilo conductor

Instalado en una casona de los años 30, Piazza Pasticcio inaugura una nueva etapa bajo la conducción del chef italiano Matteo Zega, con una propuesta culinaria más compleja, personal y técnica. Aunque conserva la generosidad, el calor y la ligereza que caracterizaban al proyecto en su origen, su nueva cara apuesta por una cocina de mayor precisión, emocional y profundamente conectada con el producto.

Zega concibe su cocina como “refinada pero no pretenciosa”. Cada platillo —desde su estructura hasta los matices de sabor— está pensado con pulso técnico, sin perder la intención de conmover. Un ejemplo emblemático: el Crudo del día, donde el pescado dialoga con el umami del prosciutto, el pesto de pistache aporta frescura y el vinagre infusionado con rosas profundiza los matices.

Ese tipo de ensamblajes ilustran cómo Piazza Pasticcio combina modernidad con raíces: no es una imitación italiana en México, sino una reinterpretación honesta que respira con identidad local.

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Matteo ZegaCortesía

La ambición del restaurante ha sido acompañada de respaldos institucionales. En el discurso oficial del proyecto se menciona que el gobierno de Italia avala Piazza Pasticcio como una de las propuestas auténticas de sazón italiana en México, lo cual se inscribe en mecanismos como Ospitalità Italiana para distinguir espacios que cumplen con estándares de hospitalidad y cocina auténtica.

Ese sello institucional —junto con una propuesta culinaria bien articulada— refuerza que no se trata solo de nombrar “italiano”, sino de vivirlo desde la materia prima, el detalle y la técnica.

Un modelo con datos económicos claros

El impacto de Piazza Pasticcio también se mide en cifras: el restaurante recibe entre 50 y 75 comensales diarios de lunes a jueves y entre 100 y 150 en fines de semana, con un cheque promedio de 985 pesos por persona. Su clientela es mayoritariamente nacional (85%), aunque el número de extranjeros (15%) va en aumento en los últimos meses.

En su primer año de operación, las temporadas más bajas han sido junio, julio y agosto, mientras que el final e inicio de año (noviembre a febrero) representan los meses de mayor flujo.

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